Cumplamos Nuestro Destino

Decía Luis Lope de Mesa: “Ninguna satisfacción iguala a la de cumplir nuestras aspiraciones, y ninguna aspiración es superior a la de nuestros propios destinos”. Tomás Carlyle lo puso de esta manera: “Ten un propósito en la vida, y teniéndolo, lánzate a la lucha por él con toda la energía y todos los talentos que el Señor te ha dado”.

El apóstol San Pablo nos remite a la única fuente de todos nuestros destinos al decir:  Habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Efesios 1:11).

 

El famoso filósofo inglés Bertrand Russell, quien falleciera a la edad de 97 años, comentando sobre el secreto de la longevidad, sentenció: “Lo que sostiene la vida es un objetivo, un ideal”. Dijo además que si el hombre tiene conciencia de que se lo necesita para que lleve a cabo alguna misión, eso lo sostiene y prolonga su existencia. “Si usted no tiene un ideal que lo anime y sostenga su vida es un fracaso” —aseveraba Stuart Sherman—, “lo mismo a los 30 años que a los 40, los 50, los 60, o los 70, si usted no cuenta para empezar el día con un noble aliciente, está perdiendo algo mejor que cualquier otra cosa de que disponga”.

Así es. En el caos de un millar de distracciones el ideal es un algo bendito que lo capacita a usted para olvidar todo lo demás. El ideal es la voz íntima que lo incita a realizar lo más y lo mejor que está a su alcance. Es lo que lleva vigor y resistencia a sus fibras y lo que enciende de nuevo en sus ojos la luz de la esperanza; es lo que lo hace salir de su languidez, de su indiferencia, de su apocamiento de corazón, y lo usa, por decirlo así, lo consume adecuadamente de modo que todo el material acumulado en su vida —su sabiduría, su experiencia— se incendia y da luz, calor, vehemencia, y la belleza y las rojas alas de la llama.


Next
Next

“Please, Jesus, Bless my Child!”